Por:
Toby Valderrama | Jueves, 24/04/2014
Allá,
en el llano, se decía que un alacrán, cuando se rodeaba de fuego, se le forzaba
a clavarse el aguijón y suicidarse. La leyenda sirve para ilustrar la conducta
de los hijos de Chávez. No se necesitó mucho fuego para forzarlos al suicidio,
fueron suficientes unas guarimbitas para que renegaran del Socialismo y
lanzaran a la sociedad a la barbarie, que eso es el capitalismo. Muchas cosas
se pueden decir de esta claudicación, de esta traición. Veamos.
La
ideología de la pequeña burguesía no puede hacer otra cosa que conducir a la
sociedad al capitalismo, esa es su naturaleza: da vueltas, grita, argumenta,
pero al final trunca las posibilidades revolucionarias y entrega los procesos
al capitalismo. La historia así lo corrobora.
Después
de asesinado Chávez, la ideología de la pequeña burguesía, que estaba amarrada
por la fuerza teórica y moral del Comandante, con una rapidez que asombra,
afloró, tomó, la dirección de la Revolución. Y bastaron algunos meses para que
se diera la restauración.
En ese
corto periodo de traición se evidenció la principal carencia de la Revolución:
su debilidad teórica. El deslizamiento hacia la derecha no consiguió
resistencia, bastaron dos o tres distracciones, una pequeña presión con las
guarimbas, para justificar la restauración del capitalismo. La teoría
revolucionaria fue sustituida por un parloteo distraído en comiquerías o
afrentas personales.
En
estas circunstancias, se crece la dimensión de Chávez, pasará a la historia
como el Último Socialista, abandonado por sus hijos, solitario, en su angustia
por la humanidad.
¿Cómo
volverán al Cuartel de la Montaña? ¿Quién los acompañará? ¿Irá capriles,
cisneros, quizá aveledo, ramos allup?
¿Irán los empresarios, quizá el embajador gringo, o el embajador de una
de las mayores potencias capitalistas? ¿China, llevará flores? ¿Qué cuentas le
entregarán al Gigante Socialista? ¿Le dirán que el PIB subió, que los índices
capitalistas van bien y las misiones mal, que ahora hay más explotación de los
obreros, que la Ley del Trabajo no se cumple? ¿Irán con las camisas rojas, o
llevarán los trajes de etiqueta de las reuniones con los empresarios? ¿Llevarán
corbatas, serán azules, o serán del rojo engañador?
¿Qué
le dirán los hijos del Último Socialista a la Humanidad? ¿Que entregaron la
esperanza, que traicionaron el pensamiento del padre expresado en las cumbres
mundiales, cuando alertaba junto con Fidel del peligro que corría la vida con
el capitalismo? ¿Qué le dirán a la sociedad cuando regrese la miseria de la
cuarta, cuando se roben nuevamente los dólares de la renta? ¿Cuál será la
excusa, cuál será la cara?
Muchas
cosas se podrían escribir en estas horas de ira contenida por el descaro de la
entrega del Socialismo. Pero intentemos vislumbrar para dónde va el plan que
sustituye al Plan de la Patria.
Se
dice que es un plan para elevar la productividad, y para eso se convoca a los
que quieran convertirse en empresarios, se les ofrece dólares, se suspenden los
controles, se abren las puertas de los fondos que debían ser para la
construcción del Socialismo.
La
excusa, que parece obra de jj rendón, es superar el rentismo. Aquí se cometen
dos errores, o mejor dos contrabandos. Primero, el rentismo se debe superar con
Socialismo, su superación no es excusa para entregar la sociedad al
capitalismo. Segundo error, los dólares que se le dan a los privados se los
roban, no hay razón para pensar que ahora tendrán un comportamiento diferente.
Cuando aún no aparecen las listas del robo anterior, ya inventaron abrir el
chorro de dólares nuevamente.
En
conclusión, todo esto es una doble torpeza: no harán Socialismo, no pasarán a
la historia por la puerta grande, pero tampoco construirán el capitalismo que
ofrecen, que sólo es un espejismo de embaucadores.
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